Teresa Barrera
La modernidad tiene estrecha relación con el manejo de problemas ecológicos a nivel territorial y político; temas que se hacen visibles y han tenido un eco importante desde las últimas décadas del siglo XX en adelante. El conflicto central radica en la conservación, mantención y/o protección de ecosistemas naturales débiles frente a la intervención humana, sea ésta a una escala individual, colectiva o industrial. A la base de estos problemas, la mirada sociológica permite identificar un conflicto entre los intereses del gobierno central y las comunidades del entorno, quienes se resisten a los impactos de la intervención del Estado en sus comunas ya que el gobierno central atiende su territorio como un espacio para solucionar las necesidades expansivas de sus macro-sectores urbanos e industriales.
Esos problemas forman parte de las condiciones de desarrollo en las periferias de nuestras grandes ciudades, producto de la escasa regulación de territorios que absorben las necesidades inmediatas del crecimiento de los sistemas urbanos, vistos ya, como metrópolis. En la región metropolitana (RM), las provincias aledañas a Santiago, -la provincia de Chacabuco, por ejemplo-, muestran un evidente grado de exclusión en la toma de decisiones frente al privilegio, la jerarquía y centralidad que tienen las provincias de la RM ubicadas en las zonas urbanas y periurbanas del Gran Santiago. Este año resurgió el debate sobre estos temas producto del conflicto en la comuna de Til Til, localidad que ha visto afectado su territorio debido a la descripción que posee la comuna en el Plan Regulador Metropolitano de Santiago (PRMS); instrumento que no ha sido modificado en más de 20 años y al que Til Til se vio obligada a someterse, porque carece de un instrumento de ordenamiento territorial propio de sus condiciones socio territoriales.