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Infraestructura verde como agricultura urbana: enfrentar una crisis alimentaria pos pandemia

Por Cristián Valenzuela



Avanzada la pandemia del covid-19 sigue patente la controversial inequidad en las condiciones de vida de las ciudades. Santiago de Chile es un ejemplo, donde el virus es un factor más a los problemas de habitabilidad de las viviendas en sectores vulnerados y precarizados. Como señaló el ministro de salud, el hacinamiento y pobreza son una realidad en la Región Metropolitana (zona de mayor contagio del país). Y en este contexto, el virus ataca de forma distinta en poblaciones, cités, villas de blocks y edificios con grandes concentraciones humanas.

Un ámbito que ha tomado cierto protagonismo en las últimas semanas es la alimentación, debido a que diversos sectores de la capital han levantado protestas contra el hambre por falta de recursos y garantías estatales para enfrentar las cuarentenas totales y la pandemia. Esto nos hace reflexionar sobre la política de la alimentación y, en mi caso, sobre las soluciones basadas en el medio ecosistémico de las ciudades que emergen en el ámbito nacional e internacional. Me refiero a la agricultura urbana como práctica de cuidado alimentario para enfrentar crisis sociales, económicas y ecológicas. Una salida estratégica llamada soberanía alimentaria que sistemas de gobernanza y organizaciones comunitarias y políticas han desarrollado en las ciudades hace ya varias décadas. La infraestructura verde como huertas urbanas proveen de alimentos de gran valor nutricional para la población y pueden contribuir para afrontar una crisis alimentaria pos-pandemia.

En Chile ante un alza histórica del desempleo de un 15,6% [1] ─su cifra más alta en los últimos 20 años─ , la subida de precios de alimentos de supermercados entre un 9 y 10% [2]   y la escasez de legumbres debido a que la orientación de la  producción descendió en un 86% durante los últimos 30 años[3] son variables que pueden desencadenar una crisis alimentaria. En 2019, la FAO indicó que el 3,4 % de chileno/as sufren de inseguridad alimentaria que aumenta a un 13,3% cuando se le agregan factores de calidad, cantidad y variedad[4]. Mientras que en la Región Metropolitana es atravesada por un contexto de pandemia donde vecino/as de la comuna de El Bosque se manifestaron porque en sus palabras “estamos pasando hambre”  y así como el alcalde de Santiago señaló que vecino/as no se están muriendo coronavirus sino que de hambre[5]. Como esas comunas, otras se han manifestado por cuestiones alimentarias como abandono estatal, este es el caso de las tomas de terreno del Cerro 18 en Lo Barnechea (17 familias) donde ya a finales de mayo no han llegado cajas de alimento [6]. Si bien es necesario el emplazamiento al Estado para garantizar y mejorar la logística de entrega de cajas de alimentos, es un hecho que las comunidades ya se organizan entorno a acopios y ollas comunes, y en algunos casos como el de Villa Francia se creó el comedor popular “Luisa Toledo”. Esto es un antecedente de que la ciudadanía tiene la capacidad de ser parte y desarrollar políticas alimentarias.

Pero mientras perpetúe una agricultura con una lógica orientada al mercado externo que facilita la producción de extensas hectáreas de monocultivos de uva, palta o cerezas, y continúan la importación de productos básicos como maíz y legumbres que son claves para una alimentación nutritiva, la escasez y el alza de precios de ciertos agro-alimentos está en la puerta. Una fórmula aplicada en varios países, para hacer frente a la disparidad socio-económica y una agricultura irracional que prefiere el monocultivo antes que la diversidad de alimentos, es la agricultura urbana. Una práctica que de manera histórica contribuye a sortear crisis alimentarias que vayan en dirección de incentivar auto abastecimiento y consumo.

La agricultura urbana como infraestructura verde de las ciudades demuestra que esto no es una mera utopía. El papel que jugó el Estado Cubano cuando escaseo el alimento durante los años 90, ante la disolución de la Unión Soviética (perdiendo el 80% de sus mercados de exportación e importación) y la subida de precios del petróleo, las huertas urbanas y agroecológicas se volvieron una política de seguridad nacional[7]. La agricultura urbana fue en escalamiento como política agraria a través de la participación de organizaciones sociales en estructuras de gobernanza y la delegación de encargados de huertas por manzana produjeron toneladas alimentos en las ciudades. Otro caso es el de Detroit en Estados Unidos, donde en zonas industriales y lugares abandonados se generaron proyectos llamados barrios agrícolas (agrihood) por medio del programa Michigan Urban Farming Initiative (MUFI) [8]  que cultivaron 200 árboles frutales y 2 hectáreas de hortalizas que fueron repartidas a vecino/as del sector.

Estas experiencias, como en otros proyectos alrededor del mundo, invitan a pensar a las huertas urbanas de espacios públicos como infraestructuras verdes para las ciudades en tanto territorios comunes que se puede utilizar de forma horizontal y colaborativa. Combinando la ecología con modelos alternativos de economía y aportes del Estado que destinan recursos para generar proyectos a gran escala para practicar la soberanía alimentaria. Hoy en la Región Metropolitana hay una variedad de iniciativas que buscan fomentar el uso de áreas verdes públicas y domiciliarias con fines de agricultura urbana. Ejemplos como el Ecobarrio Patrimonial Yungay en Santiago Centro que hoy apoya ollas comunes del sector, y Huertas Urbanas de la Reina ubicada en la Aldea del Encuentro cuenta con un terreno de 2.500 m2 donde vecino/as de la comuna aprenden a cultivar hortalizas, hierbas aromáticas y flores de manera orgánica. Además, incipientes proyectos agroecológicos como del colectivo Malva (Movimiento Agroecológico por la Libertad de las Variedades Ancestrales) en Peñalolén busca generar una red de huertas domiciliarias urbanas con el fin desarrollar autonomía alimentaria y la defensa de la semilla en resistencia a proyectos de patente y privatización intelectual. Esto no solo significaría alimentación auto-gestionada, sino generar restauración de los barrios en sitios eriazos, desarrollo comunitario de áreas verdes en poblaciones y periferias, y promoción de una cultura que busque soluciones basadas en la naturaleza.

Como reflexión final, adicionalmente a la denuncia de los daños que se ocasionan en nuestros paisajes, es importante buscar centrarnos en las capacidades de los territorios que tienen para el cuidado y la mantención de las formas de vida (capacidades humanas, de suelo, vegetales, animales más que humanos, etc.). En este sentido, si bien es claro mostrar el malestar por la decisión municipal de arrancar un huerto urbano en Plaza Bogotá, también recalcar que fue un proyecto que emerge de la comunidad usuaria y que funcionó mientras estuvo presente. También en Temuco, observamos cómo reprimen a las hortalizeras mapuches del comercio ambulante, pero existen experiencias como en Padre las Casas cuando agricultores mapuches del territorio Makewe [9]  así como ocurrió también las comunas de Freire y Vilcún[10] donde donaron más de 10 mil kilos de alimentos para ollas comunes (papas, zanahorias, acelgas, espinacas y harina cruda, entre otros alimentos); donde la agricultura y la organización de base, funciona sin simplemente dejarse absorber por programas del Estado. 

Como señala el sociólogo Martín Arboleda, la urgencia de un plan nacional de alimentación post-pandemia es de suma importancia cuando se evidencian las problemáticas del modelo de circulación, distribución y abastecimiento alimentario imperante[11]. Y una infraestructura verde en base a agricultura a urbana para las ciudades marcaría un precedente para enfrentar una crisis alimentaria pos-pandemia. 

[5] https://www.latercera.com/nacional/noticia/felipe-alessandri-alcalde-de-santiago-los-vecinos-no-se-me-estan-muriendo-de-coronavirus-se-me-estan-muriendo-de-hambre/SEDEGTECXFAGJADLJ74E63ZOOA/

[8] https://muhimu.es/comunidad/crisis-economica-detroit-renace-agricultura-urbana/?fbclid=IwAR0M1Uhs14MPAdCHO0O9Hor0G_VBlfq-IzMyxY0KvFfP4L9DTupCeyEAvuk

[10]https://www.cooperativa.cl/noticias/sociedad/salud/coronavirus/comunidades-mapuche-donaron-10-mil-kilos-de-alimentos-para-ollas-comunes/2020-06-01/154647.html

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